Comentario
Los últimos años de Sahagún (1580-1590)
Además de continuar preocupándose por el bienestar y mejoramiento del Colegio de Santa Cruz (Mendieta 1971: 418), Sahagún, ya un octogenario, comienza a rehacer en castellano algunas partes de su obra. Hay que recordar que, aunque por orden de Felipe II se recogieron sus obras, esta requisición no debió ser completa, ya que él mismo, en la carta del 26 de marzo de 1578 enviada al rey, habla de la posibilidad de volver a hacer una traslación de su obra, lo que implica que tuvo que quedarse con algunos borradores. Por otra parte, durante la dispersión de sus obras, se debieron de hacer copias, no importa cuán fragmentarias, algunas de las cuales llegarían a sus manos.
Sea como fuese el hecho es que para 1585 Sahagún ha terminado dos "nuevas" obras, cuya finalidad era ayudar a los misioneros a reconocer las idolatrías de los naturales. Estas son el Calendario mexicano, latino y castellano y el Arte adivinatoria; ambas se conservan en la Biblioteca Nacional de México. El Calendario tiene que ser posterior a 1584, ya que en él se tiene en cuenta la reforma gregoriana llevada a cabo en ese año. La principal diferencia con el incluido en el Libro II de la HGCNE es que la correspondencia de meses y días se hace ahora de acuerdo con el calendario cristiano, y el distribuir en cinco meses los cinco "días aciagos" (nemontemi) de final de año. Publicó el texto en su totalidad Juan B. Iguíniz (1917-1920: 189-272).
El Arte adivinatoria se considera un texto complementario al Calendario, y del fragmento que se conserva sólo el primer capítulo contiene material nuevo, el resto coincide con los correspondientes capítulos del Libro IV de la HGCNE. El prólogo, la llamada "al lector" y parte del primer capítulo los publicó García Icazbalceta (1954: 382-387); en el prólogo se da la fecha de composición: "mil y quinientos y ochenta y cinco". De este periodo es también la segunda redacción del Libro XII ("Libro de la conquista"), al que se hizo referencia párrafos atrás.
Por estas fechas Sahagún se ve involucrado en el gran conflicto que conmovió a la orden franciscana en la Nueva España. Las implicaciones ideológicas del mismo y la participación de Sahagún han sido espléndidamente estudiadas por George Baudot (1974), a quien el lector interesado en esta materia debe remitirse. Aquí simplemente trataré de ofrecer un resumen de sus argumentos y conclusiones.
El conflicto en cuestión comienza en 1584 con la llegada a México de fray Alonso Ponce como comisario general. El provincial de la orden, fray Pedro de San Sebastián, con el beneplácito del Virrey Villamanrique, no sólo le prohíbe visitar la provincia, sino que lo hace arrestar y expulsar a Guatemala. En camino a su nuevo destino, el padre Ponce nombra a Sahún como su sustituto en el puesto de comisario general. Si bien Sahagún acepta en un principio, pronto renuncia al puesto y se declara abiertamente en favor del provincial padre San Sebastián y en contra del exilado padre Ponce, llegando incluso a iniciar un recurso ante la Audiencia en el que se cuestiona la legitimidad del padre Ponce como comisario general. Este a su vez excomulga a todos los definidores, entre los que se encontraba Sahagún. El conflicto, que duró de 1584 a 1587, lo había ya presentado con todo tipo de detalles Nicolau D'Olwer (1952: 126-131), para quien este episodio no era sino uno más en la larga lucha por el control de la orden entre el grupo de los "criollos" y el de los "peninsulares", en el cual ingenuamente Sahagún se vio mezclado. Baudot, tras repasar los datos e interpretación ofrecidos por Nicolau D'Olwer, presenta una serie de documentos, antes inéditos, del Archivo General de la Nación y del Archivo General de Indias, y muestra que el comportamiento de Sahagún cuadra de lleno con la política seguida por las grandes figuras de la orden franciscana de México. Martín de Valencia, Motolinía, Oroz, Mendieta, entre otros, y ahora San Sebastian anhelaban "un México indígena, autónomo bajo la fuerte autoridad de un virrey lo suficientemente independiente, estructurado y regido por religiosos deseosos de fundar una nueva iglesia sobre el modelo pre-constantiniano. Todo ello con ambiciones probablemente apocalípticas y milenaristas" (Baudot 1974: 36). La oposición a fray Alonso Ponce, comisario nombrado por la autoridad de la metrópoli peninsular, representaba el deseo de defender la misión evangelizadora de los primeros franciscanos y la obra llevada a cabo en el Colegio de Santa Cruz contra las nuevas tendencias de "una iglesia de tipo tradicio-
nal, peninsular, europeo, ajena a cualquier proyecto de renovación pre-apocalíptica" (ibid., 44).
A esta misma ideología, arguye Baudot, se debe el que Sahagún continúe trabajando en obras tales como el Calendario y el Arte adivinatoria, donde insiste una y otra vez en que los ritos y creencias idolátricas de los indígenas, a pesar de lo que algunos creyeran, no habían desaparecido todavía. Representa también el deseo de probar "que los religiosos etnógrafos, que los evangelizadores íntimamente mezclados a la auténtica realidad indígena de México, son aún indispensables y más necesarios que nunca. Y así, que la epoca de los arzobispos, clero seglar, canonjías y P. Ponce no ha llegado y que éstos están fuera de lugar y fuera de contexto" (ibid., 44).
En 1590, tras una larga y fructuosa vida, fray Bernardino de Sahagún, enfermo, fue trasladado al convento de San Francisco de México, donde murió y fue enterrado (Mendieta 1971: 664).